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Foto del escritorJavier Sánchez Galicia

Polarizar desde las mañaneras, la estrategia política de López Obrador


Por Javier Sánchez Galicia

Artículo publicado en Relato Comunicación Política

Con un modelo de polarización entre ciudadanos y sus adversarios políticos, y el uso de las mañaneras, un formato comunicacional que lo ubica en la palestra nacional diariamente, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador inicia el tercer tramo de su mandato, con el único propósito de hacer realidad su proyecto de país, denominado la Cuarta Transformación.

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador llega a cuatro años de gobierno, luego de acudir dos veces a las urnas (2006 y 2012) y ganar, en 2018, las elecciones. Se inauguró desde entonces un estilo personal de comunicar basado en un hiperliderazgo y la utilización del discurso populista que, en el paradigma de Casullo (2019), presenta a un héroe (líder, outsider, ajeno a la política) contra un villano (punto focal del mito populista, el traidor que ha cometido un daño contra el pueblo), y a un movimiento social (la dinámica de unión entre el líder y el pueblo).

Si la comunicación política es el lugar de la disputa, la definición de Wolton (1995) la ubica como el lugar en que circulan los discursos contrapuestos de los tres actores que pueden expresarse públicamente sobre política con alguna legitimidad: los políticos, la opinión pública y los periodistas. Como señalé en otra sede (Sánchez Galicia, 2018), el éxito de un candidato depende de que los ciudadanos ubiquen a un solo triunfador y a un solo derrotado porque, a los ojos del electorado, nadie es secundario. El ciudadano apoya a un gobierno o partido que exhibe más atribuciones positivas y rebate a quien muestra más atribuciones negativas. Con base en este modelo, las campañas presentan fenómenos de discrepancia, polarización o división; la asimilación y la socialización del sentido se originan como resultado de la exposición y el uso de la comunicación política (Sánchez, 2018).

La comunicación política a través de las mañaneras

La mañanera es una estrategia de comunicación de Andrés Manuel López Obrador donde no habla el presidente, sino que el presidente habla a nombre de todo su gobierno. Aunque ya la había utilizado cuando fue el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, López Obrador es el primer presidente en la historia del país que platica e informa de manera cotidiana a los periodistas: “ya no es la conferencia de prensa de una persona, sino prácticamente de un gobierno, donde expone los temas de coyuntura, y eso lo vuelve atractivo” (Campos, 2021).

Desde el inicio de su gobierno, el presidente invierte en las mañaneras un promedio de 7% de su tiempo dedicado a gobernar (Patterson, 2019). De acuerdo con spin Taller de Comunicación Política (2021), López Obrador ofreció, desde su toma de protesta al 31 de mayo de 2021, (una semana antes de las elecciones de aquel año), 619 mañaneras con una duración promedio de 108 minutos, donde las palabras más mencionadas fueron democracia (1.814 veces), justicia (1.098), fraude (690), adversarios (550) y soberanía (243). Esta empresa consultora que hace un seguimiento diario de las conferencias matutinas asegura que, entre el primero de diciembre de 2018 y el 31 de mayo de 2021, el presidente López Obrador hizo 53.773 afirmaciones no verdaderas, y los estados que más mencionó, del 4 de abril al 31 de mayo, período en que hubo elecciones locales fueron: Guerrero en 56 ocasiones, Sonora 33, y 30 para Michoacán y Nuevo León, con referencia a temas políticos de aquellas entidades. Únicamente en un periodo de quince días, entre el primero y el 15 de junio —lapso en que se llevó a cabo el proceso electoral de 2021—, el presidente de México mencionó en sus conferencias matutinas diarias 1.647 veces la palabra neoliberal (y derivados), 164 la palabra fifís, 164 veces racista, 82 el vocablo clasista y 15 veces aspiracionista. Esto es lo que señala Panniza (2005) del discurso populista “como un manejo tenso, constante y estratégico del acto de nombrar”(p.3).

Un libro clásico en la historia moderna del México es El Estilo Personal de Gobernar, de Daniel Cosío Villegas (1974). El autor sostiene que, cuando hay una gran concentración de poder en el presidente los atributos permean hacia el sistema político en su conjunto, “temperamento, carácter, simpatías, educación y experiencias personales influirán de un modo en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno” (Cosío Villegas, 1974). Con un “estilo personal de gobernar” y 67 años a cuestas —treinta de ellos en la trinchera política de la oposición, primero con el Partido de la Revolución Democrática y, luego, en el Movimiento de Regeneración Nacional— López Obrador llegó a las elecciones de 2021, en una suerte de plebiscito a su figura (Manetto, 2021) en la apertura de su segundo período de gobierno y el arranque de la carrera por la sucesión presidencial. Así, llegó con un nivel ascendente de aprobación de 58% en junio de 2021 y a 65% en noviembre del mismo año; el índice más alto de los últimos siete presidentes de México, solo superado por Carlos Salinas de Gortari, quien en noviembre de 1991 alcanzó el 77% de aprobación, según el periódico El Economista (2021). La empresa encuestadora Consulta Mitofsky (2021) ubica al presidente López Obrador en el sexto sitio de entre los diez mandatarios mejor evaluados del mundo y el tercero mejor calificado de América Latina, con el 64%, solo superado por Luis Abinader, presidente de República Dominicana, con 67%, y Nayib Bukele, presidente de El Salvador, con 71%.

Los retos de López Obrador rumbo al 2024

Aunque Morena amplió su presencia territorial al ganar once de los quince estados de la república mexicana (actualmente gobierna 22 entidades de México), perdió seis de las once alcaldías en la capital del país que había ganado en las elecciones de 2018 (en mayo se derrumbó la línea 12 del metro con un saldo de 26 muertos y cientos de heridos). Aun con sus aliados, el Partido Verde Ecologista y el del Trabajo, perdió más de tres millones de los 24,3 que había logrado para obtener la mayoría en la Cámara de Diputados y, pese a que obtuvieron una mayoría absoluta, no alcanzaron el propósito de lograr la mayoría calificada, o sea, dos terceras partes o 334 de los quinientos escaños que integran la legislatura federal (prep, 2021), lo cual le han dificultado concretar las reformas políticas propuestas durante su gobierno.

El presidente López Obrador y la cuarta transformación siguen teniendo una amplia base de apoyo de los ciudadanos sin identidad partidaria definida. Según arrojan los datos obtenidos por El Financiero (2022) a partir de una encuesta de salida, levantada durante la votación para la revocación de mandato, 43% fue identificado como voto switcher. Sin embargo, las prácticas clientelares también forman parte de las tácticas de Morena para convencer a sus seguidores, pues 58% de quienes votaron porque siguiera al frente de la administración, manifestaron ser beneficiarios directa o indirectamente de los programas sociales del gobierno federal. Otro dato relevante es que 47% de quienes acudieron a votar tienen más de cincuenta años, cuando este segmento de población representa 33% del padrón y ha sido el más beneficiado por el gobierno de López Obrador.

Sin duda, las elecciones del primero de julio de 2018 representaron un cambio radical en el proyecto de nación de Morena, con López Obrador como líder moral, por el que votaron más de 30,1 millones de ciudadanos, y la conclusión de un sistema político que gobernó durante más de setenta años. Pero no significó únicamente la alternancia de siglas, como sucedió en las elecciones presidenciales del 2000 y 2006, sino la construcción de un modelo económico, político y social radicalmente distinto. Los temas de corrupción, pobreza, empleo y seguridad se han convertido en los ejes de la discusión pública y de preocupación ciudadana. Por ello, los anhelos de cambio y la esperanza de una nación que sufrió durante décadas altos niveles de pobreza y marginación siguen fincados en la cuarta transformación, en Morena, en su líder moral y en todo lo que representan.


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